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¿Cuántas veces os habéis sentado en la mesa de un bar y, sin un pensamiento, habéis pedido una cerveza de grifo? Lo único cierto es que no queríais una cerveza en botella…
Pero, ¿cuál es el origen de esta definición?
Hace tiempo, la cerveza se guardaba en barriles de madera de distintos tamaños. Para sacar el líquido ambarino, había que utilizar un martillo para plantar un grifo de madera en el tonel.
Muchos años después, el tonel de madera se convirtió en un barril de acero y el grifo de madera en un espadín, es decir un grifo conectado a un tubo integrado dentro del barril, a fin de mantenerlo cerrado herméticamente y protegido.
Hay distintos tipos de acoples: A, D, G, M, U, etc. Todos son idóneos para los barriles de cerveza.
Por consiguiente, hay distintos tipos de espadines, todos igualmente utilizables. Comac fabrica máquinas y líneas para llenado en barriles, capaces de tratar cualquier tipo de espadín.
Puesto que los barriles están presurizados, algunos están dotados de un dispositivo de seguridad que impide desmontar el espadín sin antes despresurizar el contenedor para eliminar la presión residual. Esta llave permite desmontar el espadín.
Otra cosa fundamental es la limpieza, tanto del barril en general como del espadín: el sabor de la cerveza se puede malograr irremediablemente debido a una limpieza incorrecta del barril y, sobre todo, del espadín y del acople utilizado para tirarla.
Para garantizar una limpieza eficaz del espadín, Comac recomienda el lavado en contracorriente del mismo con solución cáustica, además de los normales lavados por impulsos y con flujo reducido de sosa, que garantizan la limpieza de las paredes internas del barril y de la cánula.
Otra fase muy importante es cuando se tira la cerveza por medio del grifo: cada tipo de cerveza requiere su manera especial, porque el gusto puede cambiar mucho si la cerveza no se tira de manera correcta. La inclinación del vaso, la temperatura de servicio de la cerveza, dos o más fases en el acto de tirarla… estos son solo algunos de los detalles a los que hay que prestarles mucha atención.
Y, para terminar, una recomendación para los que no so expertos en cerveza: ¡la presencia de espuma en la cerveza es fundamental!
En efecto, normalmente la espuma debe ser abundante, por lo menos dos dedos de alto; su función es preservar el aroma y el perfume, además de mantener la temperatura de la cerveza. Esta regla vale para todas con la excepción de las inglesas e irlandesas que, por tradición, contienen poco CO2 y, por lo tanto, espuman menos.
¿Y vosotros? ¿Preferís la cerveza de grifo o en botella? Esperamos vuestros sus comentarios.
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